#8
Ya te dije
que me vibraba en la cabeza el batir de las hélices,
en lugar del rumor del fondo del océano
mientras me cerraba los párpados en nuestra habitación.
Si me he quedado con la felina y mi piel;
con la luna y la biosfera,
en el manto del desinfectante y el sinvivir;
con el imperio del amor
roto
como los capilares de mis escleróticas,
podré poner mi voluntad a efervescer,
la máscara a funcionar.
Y cuando salga de aquí
tendré de vuelta en mis manos
las aguas del mar.
No dejo de encenderme, me brilla nuestra cicatriz
y la expongo con orgullo,
con el mismo con el que te llevo dentro,
esa luz de atardecer
que me ilumina la garganta cuando hablo,
que brilla mientras respiro
cuando inspiro ceniza
y expiro fuego.
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