#5
Algún día con el Sol blanco
dejaremos el rocío adecuado
sobre las flores del mantel de tu mesa.
Un día en el que la hondura de tus ojos no me cubra;
en el que la punta de tu mirada
no me arda
y esos leggins negros te molesten más que mis palabras
Ambos sabemos que será un día destemplado.
Mientras tanto,
déjame puesta la máscara y la coraza,
-igual de puesto que me dejas-
que yo solito me basto
para hacerme añicos el conocimiento
y recibir los guantazos de la alegría
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